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lunes, 11 de marzo de 2013

¿Regularizar los lobbies? Cuestión de intereses.


Esta entrada se corresponde a una actividad para las asignatura Actores e Instituciones Políticas. Se trata de una reflexión al hilo de las siguientes preguntas lanzadas por el profesor. ¿Qué intereses puede haber para que se regule la función de los lobbies? O, por el contrario, ¿Qué intereses, en dirección opuesta, pueden alegarse para que no se produzca tal regulación como, entre otros casos, sucede contemporáneamente en España?

La existencia, actuación y reconocimiento de los lobbies son puntos controvertido tanto en la actividad política, como en la generación de teoría política.

Dado que una de las equivocaciones más comunes es confundir grupos de presión como sinónimo de grupos de interés. Considero necesario delimitar la acepción que define a los lobbies. Según el profesor Vallés son “gabinetes de asesoría, consultoría y presión, especializados en conectar con los parlamentarios, los miembros del poder ejecutivo o los funcionarios(Vallés, 2006, pág. 351). Su objetivo es confeccionar estrategias de influencia para que la toma de decisiones pública beneficie los intereses que representan.

EEUU es el país por antonomasia que mejor representa la existencia e influencia de los lobbies, tanto es así que están regularizados y son participantes activos en la política estadounidense, incluso está reconocida la financiación a partidos políticos. En este país indicadores como las emisiones de CO2, esperanza de vida al nacer, el índice de pobreza GNI (per cápita), índice de mortalidad de menores de 5 años, la polarización económica, etc., reflejan resultados más negativos que la media de la OCDE. No se puede justificar que sea la estructura de los lobbies en EEUU la única causa de estos resultados. Sin embargo, los grupos de presión ejercen una fuerte influencia en el desarrollo político estadounidense, lo que supone que mientras se atienden los intereses de los lobbies se desatiende el interés general.

Las respuestas a las preguntas lanzadas al principio del texto variarán en función de los heurísticos psico-sociales (ideología, moral, valores…) que el sujeto analítico posea, así como también se verán influidas por el tipo de interés que persiga (el sujeto) a la hora de contestar estas preguntas. En mi opinión, los lobbies no representan los intereses de la mayoría de la población, tampoco representan prácticas políticas justas comparadas a la mayoría social, pues los instrumentos de influencia, legal o no, quedan por lo general fuera del alcance de la población media.

¿Regulando la acción de los lobbies aseguraríamos su actividad ilegítima? ¿Supondría una mejora en sus prácticas? ¿Repercutiría en beneficio de la población?

Si lanzamos una mirada en EEUU y la comparamos con la UE podemos observar dos modelos diferentes de gestión de los lobbies, pero sus resultados muestran tendencias generales: a mayor representación de los lobbies, menor representación de la mayoría social.

Recursos utilizados

Rubio Núñez, R. (2004). Los grupos de presión. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.

Vallés, J. M. (2006). La acción colectiva: (1) los grupos de interés y los movimientos sociales. En J. M. Vallés, Ciencia Política. Una introducción (págs. 321-361). Barcelona: Ariel.

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