Esta entrada se corresponde a una actividad para las asignatura Actores e Instituciones Políticas. Se trata de una reflexión al hilo de las siguientes preguntas lanzadas por el profesor. ¿Qué
intereses puede haber para que se regule la función de los lobbies? O, por el
contrario, ¿Qué intereses, en dirección opuesta, pueden alegarse para que no se
produzca tal regulación como, entre otros casos, sucede contemporáneamente en
España?
La
existencia, actuación y reconocimiento de los lobbies son puntos controvertido
tanto en la actividad política, como en la generación de teoría política.
Dado
que una de las equivocaciones más comunes es confundir grupos de presión como
sinónimo de grupos de interés. Considero necesario delimitar la acepción que
define a los lobbies. Según el
profesor Vallés son “gabinetes de
asesoría, consultoría y presión, especializados en conectar con los
parlamentarios, los miembros del poder ejecutivo o los funcionarios” (Vallés,
2006, pág. 351) .
Su objetivo es confeccionar estrategias de influencia para que la toma de
decisiones pública beneficie los intereses que representan.
EEUU
es el país por antonomasia que mejor representa la existencia e influencia de
los lobbies, tanto es así que están regularizados y son participantes activos
en la política estadounidense, incluso está reconocida la financiación a
partidos políticos. En este país indicadores como las emisiones de CO2,
esperanza de vida al nacer, el índice de pobreza GNI (per cápita), índice de
mortalidad de menores de 5 años, la polarización económica, etc., reflejan
resultados más negativos que la media de la OCDE. No se puede justificar que
sea la estructura de los lobbies en EEUU la única causa de estos resultados. Sin
embargo, los grupos de presión ejercen una fuerte influencia en el desarrollo
político estadounidense, lo que supone que mientras se atienden los intereses
de los lobbies se desatiende el
interés general.
Las
respuestas a las preguntas lanzadas al principio del texto variarán en función
de los heurísticos psico-sociales (ideología, moral, valores…) que el sujeto analítico
posea, así como también se verán influidas por el tipo de interés que persiga
(el sujeto) a la hora de contestar estas preguntas. En mi opinión, los lobbies no representan los intereses de
la mayoría de la población, tampoco representan prácticas políticas justas
comparadas a la mayoría social, pues los instrumentos de influencia, legal o
no, quedan por lo general fuera del alcance de la población media.
¿Regulando
la acción de los lobbies aseguraríamos su actividad ilegítima? ¿Supondría una
mejora en sus prácticas? ¿Repercutiría en beneficio de la población?
Si
lanzamos una mirada en EEUU y la comparamos con la UE podemos observar dos
modelos diferentes de gestión de los lobbies,
pero sus resultados muestran tendencias generales: a mayor representación de
los lobbies, menor representación de
la mayoría social.
Recursos
utilizados
Rubio Núñez, R. (2004). Los
grupos de presión. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.
Vallés, J. M. (2006). La acción colectiva: (1) los
grupos de interés y los movimientos sociales. En J. M. Vallés, Ciencia
Política. Una introducción (págs. 321-361). Barcelona: Ariel.
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